Actualidad
26 de agosto de 2021
El Clientelismo como método sistemático de violación de los Derechos Humanos en Colombia
En Colombia, el clientelismo se ha manifestado como un fenómeno de afectación a la democracia, a la institucionalidad, a la representación política y, sin duda, a los derechos humanos; en donde su única finalidad, es el beneficio para conseguir o mantener un estatus de poder, de ventaja y de ganancia sobre determinadas situaciones que al final, terminan violando derechos humanos y derechos fundamentales de personas que no tienen la capacidad de medir fuerzas frente a dichos poderes.
Según José Albertazzi, el clientelismo es definido como “la fuente de corrupción que tienen los estados, donde su fundamento se centra en el apoyo o amparo que recibe un grupo determinado de personas a cambio de favores que recibe de otra, comúnmente denominados <dominantes>” (Cerdas Albertazzi, 2013). Lo anterior implica que, se tiene que establecer una subordinación de los primeros hacia los segundos, donde a pesar de demostrar sus capacidades técnicas, científicas y académicas, suelen estar prestos a las pretensiones de la parte dominante.
Además de lo anterior, El catedrático e investigador Miguel Trotta, menciona que el clientelismo se concibe como “un sistema extraoficial, de flexibilidad difusa y de intercambio de favores, en el cual los titulares de cargos políticos regulan la concesión de prestaciones obtenidas a través de su función pública o de contactos relacionados con ella, a cambio de apoyo electoral” (Trotta, 2003).
Un aspecto que es conexo al clientelismo es la burocracia, donde la gran mayoría de sus cargos están a disposición de los mandatarios o de las llamadas “maquinarias políticas” que hayan obtenido un estamento de poder. Realizando un análisis político, de acuerdo a los estamentos locales de poder, diríamos que las “maquinarias minoritarias políticas” agrupan y coartar las instituciones de poder administrativo, judicial y legislativo, estableciendo una red de corrupción no solo en el ámbito político sino también económico, dejando muchas veces como resultado la vulneración de derechos a grupos sociales menos favorecidos en Colombia.
Formas de manifestación del clientelismo
El clientelismo no es solo un concepto básico de relación interpersonal (Garvía, 2001); además de lo anterior, tiene distintas formas de presentación en los ámbitos políticos, sociales y económicos, originando formas prácticas de corrupción que aumenta más la brecha desigualdad y vulneración de derechos entre las personas que habitan un mismo entorno.
Como primera forma de representación, tenemos:
- Clientelismo desinstitucionalizado o clientelismo tradicional: Según el Doctor
Cerdas, este tipo de clientelismo se destaca como la forma más antigua de clientela, y se ejecuta con mayor fortaleza en un ámbito local, su función es controlar un poder local, en donde el jefe político es el gamonal o cacique y contraparte el cliente o seguidor. (Cerdas Albertazzi, 2013). Para determinado grupo de la ciencia, este tipo de clientelismo es denominado también denominan a este tipo de clientelismo como: “Relaciones informales de poder” (Caciagli, 1996).
- Clientelismo de partidos políticos o clientelismo moderno: Principalmente, este tipo
de clientelismo abarca la relación social de los partidos políticos; su relación con los entes estatales y los sectores económicos de poder.
- Clientelismo promovido por las instituciones públicas o clientelismo estatal:
Durante este tipo de clientelismo, la utilización de instituciones estatales y gubernamentales están a flor de piel para ejecutar recursos para desarrollar el fenómeno del clientelismo; el profesor Cerda Albertazzi lo ha denominado en tiempos modernos: “el clientelismo del Estado”. (Cerdas Albertazzi, 2013).
Relación del clientelismo con los derechos humanos en Colombia
Debe resaltarse que, en Colombia, la corrupción ha acaparado los aspectos más interpersonales de los seres humanos que, en muchas ocasiones, han llegado a tomar decisiones que han afectado su dignidad, profesionalismo, educación e información intelectual. Por consiguiente, cuando se coacciona a un burócrata o a un beneficiado clientelista a tomar decisiones en contra del ordenamiento jurídico, está afectando principalmente el derecho humano a la autonomía y a la personalidad humana.
Tanto ha marcado en Colombia el clientelismo, y en consecuencia la corrupción, que el expresidente de la República, Julio Cesar Turbay, en su momento señaló que “la corrupción hay que reducirla hasta sus más justas proporciones”, confrontando la realidad política, social y económica, con el ideal de desarrollo que busca implementar un bienestar social general para el país.
En la actualidad, el país afronta una gran crisis sanitaria en razón a la pandemia generada por el COVID-19, en donde, más que sobresalir por generar políticas públicas que
conlleven al manejo adecuado de los recursos destinados para combatir esta situación, dice Vanessa Pérez Díaz que:
“demostró una vez más los graves riesgos de corrupción que sigue enfrentando el país en materia de contratación pública y, junto a otros factores, contribuyó a generar un escenario de alta concentración del poder en el Ejecutivo, tal como lo han señalado informes previos de Transparencia por Colombia”. (Pérez Díaz, 2021).
Según Delia Ferreira Rubio, Presidenta de Transparencia Internacional, “La covid- 19 no es solo una crisis sanitaria y económica: es una crisis de corrupción. Y no la estamos superando.” (Ferreira Rubio, 2021). Razón a ello, la corrupción y el clientelismo continúan quebrantando la democracia en la actualidad, y aún más en tiempos de pandemia.
Conclusión al tema
El clientelismo como fenómeno político, social y económico se aprovecha de las necesidades humanas reduciendo al hombre a un nivel nefasto de su dignidad, donde se sacrifica su carácter profesional e intelectual para compartir fines que muchas veces no encuentran su consenso. Lastimosamente, dichas determinaciones llevan a conclusiones erradas cuyas consecuencias son mortales para su propio desarrollo en sociedad.
El clientelismo se ve inmerso dentro de las formas de vidas tradicionales, generando falsos prospectos de un sistema político y económico adecuado, pues este, con falacias, ha intentado acaparar las necesidades de los ciudadanos generando una naturalización de la corrupción, situación que reduce día a día el desarrollo político, social y económico del hombre en la sociedad colombiana.